jeudi 30 juillet 2009

The Reader

"The Reader" es la historia de un gran amor, donde se mezclan la pasión, la culpabilidad, los libros, la redención...

La historia se desarrolla en Alemania, justo después de finalizada la guerra. Hanna y Michael se encuentran un día y poco después ambos se necesitan porque cada uno tiene algo que ofrecer. Ella, con la belleza de la experiencia que le confieren sus treinta años inicia sexualmente a ese adolescente amante de los libros, que lee historias para esa mujer misteriosa. Un día, Hanna desaparece. Algunos años más tarde, Michael, estudiante de derecho, debe asistir a un juicio y en ese momento el mundo se le viene encima : esa amante que nunca ha olvidado es una de las acusadas en el proceso de las antiguas guardianas nazis.

Kate Winslet crea un personaje sin defectos. Nos ofrece, con muy pocas palabras , toda una gama de sentimientos y actitudes a través de expresiones y gestos. Ella nos permite descubrir a Hanna. Crea un retrato de mujer donde están presentes : la pasión, el miedo, la cobardía, la ignorancia, la relativización del mal, la aceptación de un castigo que es necesario y la posibilidad de una redención conquistada, gracias a lo mejor de una humanidad , que había desaparecido en un campo de concentración.

David Cross es formidable. Su rostro expresa la pasión y el tormento de saber que ama a un ser monstruoso. Pero ese monstruo es humano y lo descubrimos en la mirada de ese joven que en ningún momento absuelve a Hanna de sus faltas. Michael comprende, trata de ayudarla pero, aunque la ama, nunca le perdona su pasado nazi. Ése es su tormento y ese sufrimiento lo acompañará toda la vida. Ralph Fiennes encarna muy bien a ese Michael que ve pasar su vida a través de un recuerdo.

Como telón de fondo a esta historia de amor y culpabilidad aparecen los crímenes nazis. Y en relación a ese tema tantas veces tratado, "The Reader" nos dice que en la vida nada es blanco o negro; muchas veces es el gris el que domina. Si bien uno no duda en condenar a los grandes responsables, comenzando por Hitler, porque ellos si tenían la posibilidad de escoger y escogieron destruir. En el caso de Hanna no estamos tan seguros. En una respuesta ideal diríamos que ella hubiera tenido que rechazar el trabajo en ese campo, o al menos abrir las puertas de esa iglesia. Tal respuesta desconoce que durante la guerra el mal se había relativizado a tal punto que, para gente como Hanna, simplemente era necesario mantener el orden y cumplir con su trabajo. ¿Qué hubiera hecho en mi lugar? pregunta Hanna a uno de los jueces. En ese momento entendemos que para responder con verdadera certitud tendríamos que haber estado en su lugar. En una de las escenas finales, cuando vemos a una gran dama instalada en su salón, ¡nos cuesta reconocer a la joven que logró escapar de la iglesia! Ella no puede perdonar a Hanna, pero conserva la cajita de metal que ésta le ha legado porque le recuerda otra que tuvo de niña. Hanna ha pagado una parte de su deuda devolviéndole a esa mujer un trozo de su pasado perdido.

No podemos olvidar los libros. Hanna es analfabeta. Ése es su drama. Ese "detalle" la transforma en víctima de las otras guardianas, quienes sí se ganan todo nuestro desprecio, porque además de haber cometido los mismos crímenes, añaden el de sacar provecho de la debilidad de alguien. Al igual que Hitler y tantos otros, esas mujeres escogieron hacer el mal. A Hanna le gusta que Michael lea historias para ella. De hecho antes de hacer el amor, él debe leer. Ya en los campos, amaba que le leyeran historias. Y ese amor a los libros expresa su humanidad y le permite ganar su redención. Una humanidad muy distinta de la expresada por los grandes jefes nazis, exquisitos y cultivados que se embriagaban escuchando a Wagner. Hanna aprende a leer sola, oyendo y descifrando los cassetes que Michael le envía. Y como Hanna es humana, sabe que no hay vida para ella fuera de la prisión. Ella , a diferencia de Albert Speer, arquitecto del Reich, nunca trata de defenderse. Acepta las consecuencias de sus actos y por eso opta por el suicidio . Ella no ve otra salida.

La muerte de Hanna permite a Michael enfrentar finalmente sus demonios. Él también se sentía culpable de haber amado a esa mujer y el hecho de cumplir con su última voluntad, le permite darse cuenta de que no hay ninguna culpa en ese amor. La escena final, donde vemos a Michael contando a su hija la historia de Hanna, delante de la tumba de ésta, es la pincelada final de un cuadro perfecto.

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