mercredi 10 février 2010

Otra mirada sobre ciertas "Anunciaciones"


Los cuadros de Anunciaciones son frecuentes en la pintura renacentista. Los principales artistas representaron la visita del Angel Gabriel a María y si nos preguntamos la razón, la respuesta puede parecer simple, porque éste es uno de los temas religiosos más populares y no podemos olvidar que durante el Renacimiento los encargos de cuadros con ese tipo de temas son numerosos.


Sin embargo, puede haber otro motivo. No olvidemos que la Anunciación está en íntima relación con el misterio de la Encarnación; es decir, el hecho de que Dios se vuelve hombre. Si bien es cierto que representar una historia con personajes (a fin de cuentas, eso son Gabriel y María, por muy santos que deseemos considerarlos) no plantea mayores dificultades; querer representar una idea, sustentada en la fe (eso es la Encarnación) es muy diferente y complicado.


En su libro Histoires de peintures, Daniel Arasse explica como la perspectiva fue utilizada por ciertos pintores renacentistas precisamente para expresar el misterio de la Encarnación. El tema de la Anunciación se convierte así en el pretexto para representar algo intangible, que gracias a la perspectiva se vuelve real y perceptible.


En 1344, Ambrogio Lorenzetti pinta una Anunciación que actualmente se encuentra en la Pinacoteca Nacional de Siena. En esta obra, que parece un díptico, vemos al Angel Gabriel arrodillado, vestido con una túnica color salmón con adornos dorados y en su mano izquierda una palma; y a la Virgen, sentada en un trono de mármol, con un manto azul cobalto ribeteado en oro y un libro sobre sus rodillas. Entre ellos hay una columna que sostiene los dos arcos que cubren cada una de las figuras.


Esta columna, que oculta el punto de fuga, no está toda realizada de la misma manera. Tiene la particularidad de que está grabada en el fondo dorado, en la parte superior de la imagen; pero sólo está pintada en la inferior, donde se representa el suelo en perspectiva, donde se encuentran el Angel y la Virgen. Lorenzetti ha encontrado una manera para representar la Encarnación : al fusionar esa columna en el fondo dorado, en la parte superior, ha expresado la luz divina y al convertirla en un objeto real, concreto, opaco, en la parte inferior, en un espacio mensurable gracias a la perspectiva, ella expresa el Dios encarnado.


Arasse destaca que en este cuadro, Lorenzetti está a un paso de inventar la perspectiva ya que él tuvo la idea de centrar todas las líneas de fuga en un mismo punto; pero no la inventa, porque le falta la idea de la disminución geométrica. Lo esencial es que Lorenzetti construye un espacio en perspectiva donde todo se puede medir y donde el Infinito, es decir Dios, cambia de naturaleza y se encarna en un cuerpo opaco.


En la próxima entrega : La pequeña Anunciación de Cambridge de Doménico Veneziano.



Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire