(Este texto lo redacté con motivo de los 25 años del acontecimiento que
para muchos marca el inicio de la era chavista. Lo comparto de nuevo con
algunas modificaciones porque lo considero pertinente. Es mi manera de rendir
homenaje a las personas fallecidas a causa de esos sucesos).
Hay acontecimientos grabados en la memoria y el Caracazo es uno de ellos.
Lo vivido en la semana del 27 de febrero al 05 de marzo de 1989, cambió la
percepción que tenía de mi país. Ese año, vivíamos en un apartamento en Residencias Parque La Floresta, San
Martín, a dos cuadras de Artigas, donde todavía vive mi mamá. Estaba casada con
Javier y Eloísa sólo tenía 2 años. Ambos trabajábamos como profesores : Javier,
en el Champagnat, la Metropolitana y la UCAB ; yo, en el Colegio Teresiano.
En esa época, mi vida transcurría entre mi trabajo y mi familia. Salíamos
poco porque Elo estaba pequeña y el trabajo como profesores nos quitaba mucho
tiempo para preparar y corregir. Estaba convencida de que en Vzla, la educación
y el trabajo te permitían tener lo que necesitabas para « ser feliz ».
Había comenzado a interesarme en la política a raíz de la elección de CAP
para su segundo mandato y la indignación que me había provocado su « coronación
» en el Teresa Carreño, al mismo tiempo que pedía que nos « apretáramos el
cinturón » para resolver la crisis económica que atravesaba el país.
Ya sentía que los políticos nos habían robado una parte del porvenir
llevándonos al « Viernes negro » y la consiguiente devaluación de la moneda.
Nuestros ingresos, a pesar de que ambos éramos profesionales, no nos permitían
ser propietarios y por eso vivíamos en un apartamento alquilado, en San Martín,
cerca de mamá que cuidaba a Elo cuando trabajábamos. Intentamos la aventura de
vivir en Caucagua, donde habíamos construido una casa, y seguir trabajando en
Caracas, pero no funcionó. Nos asustábamos cada vez que Elo se enfermaba y
había que salir corriendo para la capital.
Y llegó el CARACAZO....
El lunes 27 fuimos a trabajar normalmente y, en la tarde, cuando fui a
recoger a Eloísa, mi madre comentó que había bochinche en Guarenas. ¡Al
principio no le dimos mayor importancia ! Pero al ver las imágenes en la
televisión era evidente que algo grave estaba sucediendo.
El martes 28 no se me ocurrió llamar al colegio para saber si había
actividades o no. Creo que Javier agarró el carro porque tenía clases en la
Metropolitana y, como no había autobuses, me fui caminando hasta el colegio. En
el trayecto, se veía que algo había pasado durante la noche pues por todas
partes, en El Paraíso, se veían destrozos y basura. Al llegar al colegio me
enteré de que no había clases y regresé directo a Artigas, donde estaba Eloísa.
De Javier no sabía nada.
Mi madre estaba inquieta y se tranquilizó al verme pues, según la
televisión, los disturbios continuaban y era peor : la gente estaba saqueando
por todas partes. No recuerdo en que momento la vecina vino gritando que
estaban desvalijando el supermercado de los chinos...(Ese supermercado se encontraba
a dos casas de las de mis padres y ahí se compraba todo el tiempo). La gente lo
destrozó todo y me sorprendió ver al chino llorando mientras decía : « yo no
entiendo, la gente que me saqueó compraba aquí todos los días, e incluso yo les
he fiado. » Lo curioso fue que otro abasto, propiedad de un bodeguero amigo de
los malandros de La Línea, no fue tocado. La gente decía que lo habían
respetado porque Goyo era “venezolano”.
Después del saqueo del supermercado, vino el miedo, además no sabíamos donde
estaban ni Javier ni mi papá. ¡Ninguno de los dos había regresado ! En seguida
todo fue vertiginoso: alguien dijo que estaban asaltando la zona industrial de
San Martín, la gran tienda de El Fortín ; mi mamá estaba sorprendida porque mi
hermano Rafael se había ido con unos vecinos « para ver lo que pasaba » y
regresó con ropa (pantalones, faldas, camisas). Él dijo que la gente entraba y
agarraba lo que quería. Mi papá regresó y le ordenó que fuera a devolver todo
eso porque era un robo. Rafael se asustó y salió corriendo, una falda se quedó.
Inconscientemente la guardé, todavía la tengo, esa falda era la prueba de que
todo lo que estaba pasando era real.
Todo el martes se escucharon rumores y vimos pasar camiones llenos de cajas
que habían sido robados de la zona industrial...Las puertas de uno se abrieron
y cajas llenas de galletas cayeron...Los saqueadores parecían hormigas cargando
terrones de azúcar.
Por fin Javier regresó y volvimos al apartamento. Sentía la necesidad de
alejarme de Artigas.
En algún momento escuchamos el anuncio de que se suspendían las garantías y
había un toque de queda. Papá y mi tía decían que la situación tenía que ser
muy grave para que el gobierno hiciera eso. Hablaban de la época de Pérez
Jiménez... Para mí era extraño tener que regresar a la casa antes de las cinco.
No se podía circular sin un permiso y desde el martes, durante más de una
semana, por las noches se escuchaba un tiroteo. Alguien dijo que estaban
matando gente...
Otro recuerdo son los camiones de la guardia con diferentes productos, mi
mamá y Javier hacían la cola para comprar lo necesario. La guardia estaba
revisando las casas para verificar si no había objetos o mercancía de los
negocios que habían sido desvalijados en San Martín. Mamá estaba muy asustada
porque en el segundo piso de la casa se encontraba un juego de recibo de mi
hermana, la factura estaba en Piedra Azul, donde ella vivía con su esposo. Los
guardias dijeron que estaba bien y se fueron.
A la fase del asombro, miedo, desconcierto siguió la de querer saber por
qué todo esto había sucedido. Ahora pienso que fue en ese momento cuando se
dieron los primeros signos de una sociedad que se polarizaba. Se escuchaban dos
discursos diferentes : uno apuntaba al hecho de que la gente de los barrios
eran unos muertos de hambre, ladrones y que se merecían ir todos presos porque
no sólo habían saqueado los negocios de comida sino también los de
electrodomésticos. Otros decían que en Venezuela había una gran desigualdad e
injusticia en la repartición de la riqueza y que este estallido lo había puesto
en evidencia.
En la UCAB se organizaron unas jornadas para entender el Cacacazo y decidí
asistir. Los análisis y todo lo que se explicó me hicieron descubrir, a los 28
años, que en Vzla había dos países. ¡Darme cuenta fue brutal ! Todavía recuerdo
un análisis que explicaba los detonantes del estallido : la boda de la niña
Cisneros, la coronación de CAP, una publicidad de American Express... Las
explicaciones eran tan evidentes que uno sentía vergüenza de haber estado ciego
durante tanto tiempo.
Las garantías fueron restituidas y poco a poco todo volvió a la normalidad,
se dieron cifras y se comenzó a hablar de otros temas. En noviembre se
comentaba más la caída del Muro de Berlín que la situación del país. Ni remotamente
nos imaginábamos lo que se viviría a partir de 1992. Ese año, el mismo día que
mi hija cumplíría 5 años, se descubriría a un hombre, que dejaría una huella
indeleble en la historia de Venezuela: Hugo Chávez, quien se iría fortaleciendo
en la medida en que las dos Venezuela que habían coexistido durante años se
volvieran dos bandos irreconciliables.
Y hoy, 27 años después, Venezuela vive un momento decisivo.
Ya no vivo en Caracas sino en Guéret.
Ahora estoy casada con Jean-Luc.
Eloísa ya tiene 29 años.
Sin embargo, todo lo que pasa allá, en mi país, donde nací, sigue
interesando, importando, procupando...